Cuando estas embarazada te da por fijarte en cuarentamil consejos. A algunos les haces caso y a otros ni se te pasa por la cabeza seguirlos.
Uno que me gustó mucho era que te tomarás las cosas con calma e intentaras estar relajada. Que eso mejoraba los niveles en sangre de palabreja-rara-pongala-aquí y el bebé en el futuro tendría menos tendencia a padecer estres o ser nervioso.
Como una servidora es una histérica-nerviosa-pesimista casi patológica pensé que no era mal consejo. Me esforcé en estar en un estado de calma lo más relajado posible. Lo cual no fue tarea fácil cuando se acerca el momento del parto y una es primeriza en esas lides.
Por lo visto la cosa logró sus resultados. Alcanzado el estadio del habla por Mi Churrumbel (Mi Ch) y normalizado eso de expresarse con palabras y cual lama reencarnado Mi Ch va por el mundo recitando su mantra.
Se cae el vaso del zumo, se pone todo perdido y salgo corriendo por el pasillo en busca de la fregona acordándome de Dios y su madre:
- No pasa nada- dice con serenidad.
Un juguete acaba desmembrado después de repetidos intentos de Mi Ch en lograr alcanzar el mecanismo que lo hace funcionar:
- No pasa nada- Y acompaña la frase con sonrisa beatífica.
No llegamos a una cita y voy a ser la última -como siempre- en aparecer:
- No pasa nada- Me informa seguro de la realidad de la vida.
Ante su tranquilidad comprendo que debo ir siempre un tanto atacada de los nervios y mi hijo me está dando una primera lección de vida -consciente-:
- Relajate mamá: el zumo se limpia, el juguete no es importante pues solo es un objeto, las otras personas de la reunión son comprensivas y entienden que no siempre puedes llegar a la hora. Ooooommmm!
Mier...... ya tan pequeño y tan listo.
Asco de vida!!!
Este es de los de míos ;)
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